Síndrome de Estocolmo de Autor

La mera posesión de las cosas cambia su valor para quien es su dueño. Este adagiofinanciero tiene su fundamento en las observaciones de Richard Thaler que en 1980 acuñó el concepto de efecto dotación o endowment effect. Una de las anomalías frecuentes que no explica la teoría tradicional de las expectativas racionales tiene que ver con el hecho de que bajo determinadas circunstancias los sujetos solicitan un precio más alto por la venta de un objeto que poseen del que estarían dispuestos a pagar por adquirir ese mismo bien. No somos racionales, somos imperfectos y estamos sujetos a sesgos cognitivos de forma inconsciente. Los dos elementos que mejor explican el efecto dotación son la aversión a las pérdidas y el valor de la posesión.

Un ejemplo para ponernos al día: Wallapop. La plataforma de compra-venta de objetos usados permite que fijemos libremente el precio de venta de aquellos objetos que ya no no nos valen. Aquí parece que la posesión jugaría un rol menor ¡ya no queremos el objeto! Pero al tratar de ver por cuánto vendemos la bici que nuestro peque ya no usa, en nuestro primer intento, solemos posicionarnos un poco más arriba que los comparables. ¡Nuestra bici es un poco mejor! ¿Seguro? Después de no venderla tan fácilmente como esperábamos, solemos hacer un segundo ejercicio. ‘A ver, de verdad…, ¿por cuánto compraría yo mi bici? Wallapop nos empuja a liberarnos de nuestro figurado endowment effect. La bici no nos hacía falta. Nuestra mente quería hacernos pensar que sí.

En finanzas, y en particular en el mundo de los fondos de inversión, el endowment effect puede estar presente más veces de las esperadas.

So what…?

  • Gestores Buy & Hold vs traders. Los traders tenderán a mostrar un menor efecto dotación que los gestores buy & hold como consecuencia de su forma de aproximarse a los activos. Un trader estará dispuesto a vender más fácilmente. La posesión no forma parte de lo esencial de su trabajo. Sin embargo, será más fácil encontrar un gestor al que le cueste vender: el problema de muchos gestores no es saber cuándo hay que comprar. Sino cuándo hay que vender. ¿Cuanto tiempo se dedica a saber qué comprar? ¿Y a saber qué vender?
  • La gestión basada en la convicción en cada apuesta tenderá a sufrir de forma más acusada el efecto dotación. Al menos, lo hará en ausencia de reglas claras de revisión y venta de las posiciones. Si alguien va a apostar por un fondo de ‘apuestas de convicción’ ha de conocer qué mueve al gestor a vender un valor que funciona mal. Y deben ser reglas ex ante. En este tipo de gestores hay que ser cuidadoso con los sesgos value del estilo ‘que un valor baje no es motivo para venderlo’. La convicción transformada en obcecación suele ser enemigo de lo pragmático. Creer saber ‘lo-que-el-mercado-hará’ es distinto de ‘lo-que-los-demás-piensan-que-el-mercado-hará’ y a su vez es diferente de ‘lo-que-hará-el-mercado-verdaderamente’. Las frases del estilo, ‘las caídas de un valor no son motivo para vender’, llevadas con maximalismo, son una forma de endowment effect potencial.
  • Gestores de autor. Los partícipes o selectores de fondos de autor tienden a sufrir un Síndrome de Estocolmo financiero cuando el desempeño de su fondo se vuelve malo. No se trata directamente de una forma de efecto dotación, pero sí de cómo actúa uno de sus motores: la aversión a las pérdidas. El estado latente de las pérdidas mientras no vendemos hace que seamos reacios a esa venta: no aceptamos el precio de mercado. Los fondos de personas, y no de equipos o de metodologías robustas, tenderán a producir comportamientos de los partícipes y selectores no consistentes con lo racional. Antes de invertir, hay que saber cuándo vamos a salir de un fondo.
  • El anuncio de un hard close para un fondo es una herramienta que permite reforzar el endowment effect. Para evitar que sea una trampa, una ilusión creada por el gestor, los selectores siempre preguntan cuál es la capacidad máxima de una estrategia y cuándo aparecerán los soft y hard close de un fondo. Un hard close refuerza la sensación de posesión y exclusividad y actúa como elemento de retención frente a los partícipes.sindrome-estocolmo-2

Súper-pronosticadores (¡esos zorros!)

Como es habitual he pasado parte del pasado trimestre haciendo presentaciones a clientes acerca de la visión de mercado en el horizonte visible. En esta ocasión he elegido comenzar cada presentación con la imagen de una mariposa monarca. Esta imagen trataba de introducir un concepto a la audiencia: el de sistema complejo adaptativo (con feedback positivo). La mariposa monarca me permitía traer a la sala el archiconocido relato de cómo el aleteo de una mariposa en Brasil podía desencadenar un tornado en Texas. Lorenz entendió que había determinado tipo de sistemas (el clima y su predicción a medio plazo) en los que una pequeña variación de los datos de entrada en el modelo provocaban resultados finales diametralmente opuestos. A este tipo de sistemas se les denomina sistemas adaptativos complejos. Ejemplos aceptados de ilustres miembros adscritos a esta categoría son los colonias de hormigas, el cerebro, el clima (¡por supuesto!) o el mercado de valores.

Algunas de las características que necesitan estos sistemas son, por ejemplo, múltiples agentes tomando decisiones de manera repetida; la tendencia a la autoorganización dentro del grupo y el desarrollo de Continue reading

Dirige el FOMC; sé Janet Yellen (si puedes)

En vísperas de la decisión de la Reserva Federal (¿subirá tipos?) he encontrado un link que me ha interesado: un juego de política monetaria.

Ser banquero central no es trivial. Y eso que los analistas y observadores tendemos a simplificar en exceso cuando emitimos nuestros juicios de valor sobre sus decisiones. Bueno, ‘greenspanólogos’ somos. Además, en estos últimos años, los banqueros centrales Continue reading

Nieve, huracán y abismos

Escribo sobre China haciéndome eco de un buen documento de estrategia sobre mercados de Amundi Asset Management elaborado por Mo Ji desde Hong Kong. Pero sobre todo porque China es clave en la posible evolución de los mercados. Ahora mismo ocupa buena parte de los pensamientos de los estrategas e inversores.

  • China es importante porque es el segundo PIB del mundo.
  • China es importante porque es uno de los pilares del crecimiento mundial.
  • China es importante porque es economía bisagra, arco de clave, en la cadena de comercio internacional.
  • China es importante porque aspira al liderazgo mundial a medio plazo.

Simplificando en extremo la duda de los analistas se centra en saber si habrá aterrizaje suave o duro: una caída del PIB manejable o una caída brusca del mismo. Siempre ha habido un ala dura que esgrimía razones de diferentes tipos para argumentar que China era una bomba de relojería que no tardaría en explotar. Así llevan desde 2009. ¿Por qué esta vez sus argumentos se escuchan más alto? ¿Cuáles son estos argumentos? Continue reading

BCE: legal, legítimo

Una de las piezas que mantiene el actual e inestable equilibrio de la economía griega durante estos días la proporciona el BCE. A través del mecanismo ELA (Emergency Liquidity Assistance) éste provee de liquidez a los bancos griegos. Una liquidez que se entrega contra la garantía de cierto colateral. Liquidez para poder seguir funcionando.

El BCE, a través de su Consejo, puede modificar las condiciones de esta asistencia: aumentar su cuantía, mantenerla, retirarla. También puede elevar o bajar el nivel de haircut aplicado a los colaterales. Es una herramienta poderosa.

En relación a la economía griega, el actual nivel de asistencia vía ELA está congelado desde el anuncio del referendum. Esta situación ha sido el detonante efectivo que ha provocado que el gobierno heleno debiera anunciar medidas de control de capitales (¡corralito!). Continue reading

Seis puntos (blog ‘Y Varoufakis’)…

Me he leído el último post de Yanis Varoufakis (MoF griego):

‘Why we recommend a NO in the referendum – in 6 short bullet points’

El texto, de hoy mismo, merece lectura reposada y análisis de algunos de sus argumentos. En cursiva el texto de Varoufakis (traducido, siento los errores) y cada uno de ellos comentado.

El parón en las negociaciones se debe a que los acreedores de Grecia (a) rechazan reducir nuestra deuda pública, que es impagable, y (b) porque insistieron que debería ser pagada ‘mecánicamente’ [1] por los miembros más débiles de nuestra sociedad, sus hijos y sus nietos.

  • Es incierto, en mi opinión cargar la responsabilidad del parón de las negociaciones en una parte. No reconocer nada de responsabilidad en el parón es injusto cuando menos.
  • Varoufakis considera la deuda impagable. ¿Lo es? Japón funciona con una deuda pública que supera el 200% de su PIB, Italia se mueve por encima del 140%. Si una deuda es impagable o no, no depende estrictamente de su tamaño. Que el pagador sea fiable es una cuestión asociada a muchos más factores (gestión de lo público, coherencia de largo plazo de la política económica, fiabilidad). En todo caso, el primer punto porcentual de superávit público necesario para equilibrio el peso de la deuda ya lo ponen los acreedores al exigir un coste financiero por debajo del que el mercado exigiría a un país con las métricas como las de Grecia.
  • La parte ‘emotiva’ personalmente me sobra. Si Tsipras es capaz de aceptar el documento del pasado viernes con las modificaciones indicadas hoy, el argumento de Varoufakis es demagógico. Extraño en un profesor universitario, ministro de finanzas e intelectual de altura.

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Deus ex machina

Antes de que ocurra…

Como Apolo resolviendo en el último instante el futuro de Orestes… Así espero que la actual situación se resuelva por un Deus ex Machina financiero. El margen (20 de junio a las 12.00) es pequeño. Espero quizá al BCE, quizá a un fogonazo de lucidez por parte de unos u otros, a una intercesión externa. Quién sabe.

En todo caso, unos números sobre Grecia son necesarios, porque a la vista del debate, me gustaría saber qué posición defender sin el ruido habitual de los forofos financieros de ambos lados. Continue reading

Piketty: picante, acertado, utópico

El libro Capital in the Twenty-First Century de Thomas Piketty ha entrado en la arena económica como un elefante en una cacharrería. Ha sido una provocación. Un soplo de aire fresco. Su tesis: que la riqueza crece más rápido que el PIB, lo que unido al hecho de que aquélla esté distribuida de forma desigual, hace que crezca la distancia entre los que más y los que menos tienen. Estos son los hechos; el corolario que añade el francés es que esta situación socava los principios de la democracia y la justicia social.

Desigualdad, ¿buena o mala? La desigualdad entre las personas existe. No es discutible. No pasa nada porque seamos distintos. Sobre todo cuando esas diferencias parten de la expresión del potencial del individuo: su libre albedrío. Dentro de las elecciones y situaciones personales, las circunstancias económicas forman parte del dibujo de una sociedad. Cuando la diferencia hace referencia a la desigualdad entre el que más tiene y el que menos tiene debe haber límites. La desigualdad extrema es inadecuada. Cuando la desigualdad crece hacia cotas extremas es momento para arquear una ceja estilo Ancelotti. El 0,1% de los americanos más ricos hoy poseen el 22% de la riqueza del país. En 2003 no llegaban a poseer el 15%. Entre los años 1950 y 1990 poseían alrededor del 10%. Los ricos cada vez más ricos. Cuando la tasa de retorno de los activos crece más que el PIB, la acumulación de riqueza se produce como consecuencia inevitable de la dinámica económica de nuestro sistema. La desigualdad está creciendo (los índices de Gini o los índices de Theil lo confirman) y lo hace de forma continua desde hace algo más de 25 años. Esto es un hecho.

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Una idea que no es nueva, pero en la que insiste Piketty, es la de que vivimos una falsa “meritocracia”. El capitalismo que nos hemos dado es una tierra de oportunidades sólo a medias. Hoy salir de un determinado estatus social es más difícil que nunca. Parafraseando a Stiglitz: “si naces pobre en EEUU, la posibilidad de que lo sigas siendo es muy elevada”. Techos de cristal: sólo el 8% de los alumnos de las universidades de élite de EE UU pertenecen al 50% de la población con menos renta. Cada sujeto que nace viene “predestinado” por un status quo que él no ha elegido. Incluso en la tierra de los libres (land of the free).

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El 0,1% de los que poseen más riqueza es un pequeño universo. Antaño dominado casi en exclusiva por los “rentistas” cuyo patrimonio era parte del legado familiar (por ejemplo, los Rockefeller), hoy incluye a los super-CEO (¡muchos financieros!) y a los mark-zuckerberg. Bien diferentes todos ellos. En unos casos el mérito es indiscutible (Zuckerberg), en otros casos es afortunado (herencias), circunstancial e incluso injustificado (alguno de los super-CEO).

Corregir alguna de las situaciones que se crean es necesario. Lejos de la visión más apocalíptica de Marx acerca del fin del capitalismo, la capacidad de adaptación y flexibilidad de éste ha pospuesto/evitado su implosión. Pero no su degradación como sugiere Piketty. La acción correctora no va a venir de un sistema que tiene vocación autodestructiva. A los logros individuales de ese 0,1% que es socialmente encumbrado (óptimos individuales), le suceden colaterales indeseables como el mencionado aumento de la desigualdad (subóptimo del sistema). La acción correctora puede venir de la mano del estado a través de los impuestos y la redistribución de recursos. Ese 22% de riqueza que posee el 0,1% es un buen objetivo. O el 1% más rico. Hasta ahora en EE UU el camino de los políticos ha sido el contrario, por eso voces como las de Piketty deben ser escuchadas.

Una de las soluciones que propone el economista francés es la de la creación de un impuesto global al capital, progresivo. También selectivo. ¿Otro impuesto? Sí, pero no se enfaden no iría al esquilmado caladero recaudatorio al que pertenecemos usted y yo.

La propuesta tiene un punto de utópica (¡muy francés!) porque se trata de una acción que de forma individual, un país, no tiene probabilidades de tener éxito. Al contrario que el factor trabajo, el factor capital “subasta” su presencia geográfica siguiendo principalmente el factor de rentabilidad comparada donde los impuestos juegan un papel notable. Un impuesto elevado fijado por un país provocaría un efecto Depardieu (abrazando al Oso Ruso) o un efecto Liga de Fútbol Profesional (una llamada a los mejores deportistas porque aquí se tributa menos). O peor aún la ocultación fraudulenta de recursos. ¿Se van a poner de acuerdo todos los países para fijar este impuesto? Personalmente, creo que no. Además, ¿quién va a gestionar la redistribución? Los actuales políticos,….buf, qué pereza.

Todo esto hace que la propuesta de Piketty sea utópica desde un punto de vista práctico. Pero, no por ello debemos de abandonar la senda de investigar en cómo subsanar las desigualdades crecientes cuando éstas superan ciertos umbrales. Y quizá los impuestos no sean más que la primera palanca de una acción más profunda que revise determinados pilares de la sociedad.

Frente a los depardieus prefiero fijarme en los Bill Gates que a pesar de los más de 28.000 millones de $ de su actividad fundacional, éstos han sido compensados por un aumento de su riqueza de más de 16.000 millones de $ en dos años. ¿Filantropía? Me gusta. Mi inquietud deviene por el hecho de que la actividad fundacional de Gates la elige él. ¿Es la mejor? Mala no es. Pero a lo mejor deberíamos de poner recursos en tener universidades o colegios públicos superlativos, de élite (externalidades positivas a mansalva, pero de largo plazo). U otra cosa.

Piketty puede estar equivocado, pero pone el dedo en la llaga que debería de dolernos a (casi) todos. No deberíamos despreciar su discurso porque no coincida con nuestras ideas. Y sí deberíamos de investigar en alguno de los hechos que expone y proponer soluciones. Al menos mientras existan más de 1.200 millones de personas que viven en situación de pobreza extrema, al lado de los cero-coma-uno y la distancia entre ambos siga creciendo.